sábado, 8 de agosto de 2020

Crumble de frutos del bosque

¡¡Hola de nuevo a quien siga por aquí!!


Hace un montón de tiempo que no publicamos nada y es que con las nuevas rutinas de papás no nos da tiempo ni de hacer nuevas recetas. Pero eso nos gustaría cambiarlo y empezar a cocinar un poco más e ir publicando todas las recetas que tenemos en borradores. Así que empezamos con este crumble de frambuesas que hicimos hace tiempo y volvimos a repetir durante el confinamiento.

La receta original la hemos sacado del blog "La chica de la casa de caramelo", aunque ella lo hizo con fresitas silvestres y nosotros preferimos las frambuesas, que son una de las frutas preferidas de la peque. Lo hemos servido acompañado de un par de bolitas de helado de té matcha.


Ingredientes (para un molde de tarta de 28-30 cm)
  • 400 g de frambuesas
  • 80 g de azúcar
  • 1 cucharada de harina de maíz
  • 2 cucharaditas de esencia de vainilla
  • 75 g de harina de trigo
  • 50 g de mantequilla fría
  • 50 g de azúcar moreno
  • 30 g de almendras en láminas
  • 30 g de avena

Preparación:

1. El primer paso es preparar la fruta. Nosotros usamos frambuesas, pero podría usarse otras como ciruelas, cerezas, melocotones... Para ello la lavamos y la mezclamos con los 80 g de azúcar, la harina de maíz y la esencia de vainilla. La dejamos reposar mientras hacemos la masa.

2. Ahora pasamos a hacer la masa mezclando la harina de trigo con la mantequilla fría cortada en cubitos. Esto se hace con las manos bien limpias para que la mantequilla se vaya deshaciendo poco a poco y se formen una especie de migas.

3. Una vez tenemos las migas añadimos el azúcar moreno, las almendras (en laminas o picadas bastamente) y la avena.

4. Ponemos un poco de mantequilla en un molde de tarta y añadimos la fruta. La cubrimos con la masa, apretando bien con los dedos y procurando no dejar huecos.

5. Horneamos 30 minutos a 200°C (horno precalentado calor arriba y abajo).

6. Dejar enfriar un rato y degustar templado o frío, acompañandolo de helado o nata montada.

Ya nos contaréis qué os ha parecido. A nosotros el toque crujiente que le da la avena y las almendras nos parece espectacular.

domingo, 24 de mayo de 2020

Aponiente

Después de contar nuestra maravillosa visita a El celler de Can Roca a unos amigos, decidimos ir juntos al restaurante Aponiente aprovechando que algunos de ellos estaban viviendo una temporada en tierras gaditanas. La verdad es que después de haber estado en el que fue el mejor restaurante del mundo, pensaba que Aponiente me iba a defraudar, pero no fue así. Cierto es que me gustó más el restaurante gerundense, pero las tres estrellas Michelín del restaurante portuense me parecen bien merecidas.

Lo dirige Ángel León, conocido como "El chef del mar" y muy popular por sus apariciones en televisión (fue jurado de Top chef y un habitual en Masterchef). Su gran aportación a la gastronomía fue la introducción del plancton en sus recetas y, no en vano, todo el menú gira en torno a los pescados y mariscos (excepto los postres, y no todos). Por desgracia, no debía estar allí durante nuestra visita.

El local es un viejo molino de mares ubicado sobre un brazo del río Guadalete, lo que no puede ser más apropiado para el chef del mar. La cocina está accesible y tiene todos los detalles que corresponden a un lugar de esa categoría. Solamente querría destacar la proximidad a la estación de ferrocarril (que facilita ir en tren desde, por ejemplo, Cádiz, Jerez o Sevilla) y que Google Maps no muestra bien la ruta a pie desde la estación: la calle la puede cruzar perfectamente un peatón sin tener que ir hasta la rotonda del final de la calle a dar la vuelta.

Aunque hicimos fotos, esta vez no las publicaremos por petición del restaurante, si bien en su página web podéis encontrar fotos de la mayoría de los platos.

El menú empieza con unos aperitivos fuera del comedor, regados por un buen vino de la zona. El primero de ellos, la "Bienvenida Aponiente" es un auténtico bocado de mar, a base de plancton y algas. Un poco excesivo, diría yo: por un momento pensé que el sabor marino iba a ser tan profundo en toda la comida, me iba a saturar, pero afortunadamente el resto está mucho más compensado.

Después siguieron algunas reinterpretaciones de platos típicos de la zona: "Sultana a la roteña", "Yemitas de papas con lulas", "Bocadillo de coñeta" y "Tortillita de camarones". Estos dos últimos fueron de lo mejor de la comida: con la coñeta (cangrejo verde) usaron una novedosa técnica que permitía comerla con caparazón y todo, y estaba deliciosa, y la tortillita también estaba para quitarse el sombrero.

A continuación se pasa ya al comedor y se elige el menú entre dos posibles opciones: el largo (Mar de fondo) y el corto (Mar en calma), que es un subconjunto del anterior. Nosotros nos decantamos por el largo y lo recomiendo, porque alguno de los platos que más me gustó no estaba en la versión reducida. A la hora de pedir vino nos dejamos recomendar y quede muy satisfecho con la propuesta, "Contratiempo": un vino gaditano con uva moscatel pero que no es dulce, muy bien de precio y no demasiado seco (cosa que no me gusta nada y que es habitual en los vinos de esa zona). Precio aceptable (en un restaurante de esa categoría asusta pedir un vino sin saber el precio) aunque posteriormente vi que fue muchísimo más caro de lo que cuesta en la bodega.

El primer plato del comedor fue "Charcutería", donde probamos embutidos (chorizo, salchichón y butifarra) hechos a base de productos del mar. Para mí fue impresionante ver que el aspecto y el sabor son iguales a sus equivalentes cárnicos. Para acompañar, un "Aceite marino" (con plancton) con un poco de pan, de las muchas variedades que nos ofrecieron durante la velada.

Continuaron un "Tocinillo del mar", trampantojo que emulaba bastante bien un tocinillo de cielo pero que no era dulce, y otro de los platos fuertes del día, "Higaditos encebollados" con un toque de cacao flipante.

Siguieron con una trilogía de sopas, un "Gazpachuelo yódico y percebes", un "Ostión a la brasa" con muchísima salsa a base de plancton, y un "Consomé frío de tomates y berberechos".

Seguidamente volvieron a mostrar versiones de un par de platos conocidos pero llevados al mar: "La importancia" (pero con vieiras en vez de patatas) y un "Babá sanluqueño" (emulando el postre napolitano pero siendo un plato salado a base de langostinos y manzanilla) que me parece bastante destacable.

El "Puntillón, zanahoria, comino" es un trampantojo que intenta presentar el puntillón como si fuera una zanahoria. Y, después, un "Cochinillo" que vuelve a demostrar que las estrellas Michelín no son exageradas: la piel del pescado (morena) queda tan crujiente como la del cochinillo. Por cierto que de la morena solo sirven la piel, luego la "carne" es de lubina.

El "Atún en tomate" también estaba delicioso. El "Abalón con mantequilla y setas" no me llamó demasiado, teniendo además en cuenta que el abalón es probablemente el molusco más caro del mundo.

Para finalizar, una "Cigala con pan y salsa marinera", donde se podía comer la cabeza de la cigala. Lo que no nos convenció fue la presentación: aparte de que impone ver la cabeza y saber que te la debes comer, alguien en la mesa comentó la semejanza con el "León come gamba".

Creo que fue en este momento cuando llegó la hora de una sorpresa que no voy a desvelar, porque así nos lo pidieron. La verdad es que fue muy impactante y a quien piense ir a Aponiente le recomiendo que vaya sin saber de qué se trata, pero para los curiosos, es posible encontrarlo en Internet buscando las últimas innovaciones del chef.

Tras los platos salados llegaba la hora de los postres. El primero de ellos, "Hierbas frescas" es una sopa con sorbete de limón marroquí que sirve bastante bien para limpiar el paladar antes del resto de los platos dulces, y aunque era un plato dulce tenía cubitos de remolacha. Después vendría una "Calabaza caliente" con un helado de canela, homenajeando el calabazate gaditano. Y, para finalizar, un grandioso "Mar picante" a base de chocolate picante y plancton. Para mí, el mejor postre, aunque si contamos a todos mis compañeros de mesa quizá resultaría que todos tendrían aproximadamente los mismos votos.

Con el café nos pusieron 4 petit-fours por cabeza que también fueron bastante originales. Al final, salimos en unos 235 euros por persona (algo más que en El celler de Can Roca).

En definitiva, una experiencia totalmente recomendable, con alguna sorpresa inolvidable y con platos clásicos que uno nunca pensaría que pueden replicarse a base de productos del mar.


Aponiente
C. Francisco Cossi Ochoa s/n, El Puerto de Sta María (Cádiz)




Menú mar a fondo
  • Bienvenida Aponiente
  • Sultana a la roteña
  • Yemitas de papas con lulas
  • Bocadillo de coñeta / Tortillita de camarones
  • Charcutería
  • Aceite marino
  • Tocinillo del mar
  • Higaditos encebollados
  • Gazpachuelo yódico, percebes
  • Ostión brasa
  • Consomé frío de tomates, berberechos
  • La importancia
  • Babá sanluqueño
  • Puntillón, zanahoria, comino
  • Cochinillo
  • Atún en tomate
  • Abalón, mantequilla, setas
  • Cigala, pan, salsa marinera
  • Hierbas frescas
  • Calabaza caliente
  • Mar picante

Bebidas:
  • Vino fino Lustau
  • Vino blanco Contratiempo 
  • Agua
  • Café